Chihuahua, Chih.- Carmela Wallace Zozaya es la primera mujer chihuahuense en recibir la medalla al mérito ganadero otorgada por la Organización Mujeres Ganaderas de México, a iniciativa de su presidenta nacional, Naneth Molina y la presidenta estatal, Lina Rodríguez.
La distinción representa el orgullo que genera una de las actividades primarias en la entidad, en la que la mujer de Nuevo Casas Grandes ha sido un referente; su pasión por la ganadería se debe a que representa una historia de vida familiar que ha trascendido por generaciones.
Orgullosa de sus raíces, de formar parte de una de las principales familias que se han dedicado a la actividad ganadera en el estado de Chihuahua, Carmela se define como una mujer de riesgos, apasionada de vivir en el rancho, feliz de ver crecer a su familia, nietos y contar con amigos con quienes comparte lo que más ama.
Otras de sus pasiones son la pintura, las artes y la cocina. Desde niña radicó en la Hacienda Corralitos que considera la mejor parte del mundo, igual que Nuevo Casas Grandes, a pesar de haber vivido y recorrido algunas ciudades de Estados Unidos y de Europa.
Carmela Wallace afirma que es su tierra y la hacienda donde creció el lugar que más disfruta viviendo de cerca y a diario las bienaventuranzas de la ganadería, así como las lamentables crisis que también se han enfrentado.
Hija de doña Virginia Zozaya Frías, su padre fue el reconocido ganadero del noroeste del estado de Chihuahua, don Bill Wallace Chávez. De ellos adquirió el conocimiento y desarrollo de la actividad desde donde ha enfrentado grandes desafíos y en la actualidad busca dar su aporte a las nuevas generaciones de mujeres que se preparan desde la universidad para llegar a incluirse en los retos que la actividad demanda.
Carmela es la menor de cuatros hijos, siendo sus hermanos Wanda, Chiqui y Bilo. Sus dos hijos, Eduardo y Héctor Alberto Medina Wallace, continúan con el gusto y pasión de la ganadería.
El amor de Carmela por la tierra
Al narrar su propia historia, Carmela indica que fue en la Hacienda Corralitos donde inició sus estudios al lado de su padre, siendo él quien la enseña el amor por la tierra, leer y a escribir.
A los 8 años se marcha a la ciudad de El Paso, Texas, para continuar sus estudios en una escuela exclusiva de niñas, la Academia Jesús María. A los 9 años regresa a la “Hacienda Corralitos” para estudiar con su institutriz una maestra mormona de nombre Pascualita Farnsworth. A los 10 años regresa de nuevo a El Paso Texas a estudiar en la escuela católica para niñas Academia Loreto. En el año 1967 a la edad de 19 años ingresa a la Escuela Universitaria Sorbenne, en Paris Francia, y después a la escuela Francesa Stella Viae en Roma Italia, donde estudió arte e idiomas.
En el año 1972 fallece su padre Bill Wallace y con tan solo 26 años hereda el rancho “El Sauz” ubicado en el municipio de Casas Grandes, sin olvidar que junto con la propiedad, también le confiere el legado de sus conocimientos y pasión por la ganadería.
Después de heredar su rancho adquiere su primer hato ganadero el cual lo compra a don Chano Duarte y lo trae de Balleza, Chihuahua al Rancho El Sauz. Su padre don Bill le fue muy fiel a la genética Hereford, pero años difíciles y duros de sequía abren la puerta a experimentar con nuevas cruzas más adaptables a la región de Casas Grandes y su clima extremo.
Aquí arranca una nueva etapa de su vida como ganadera y propietaria. Años después forma una alianza con S.L. Rose con quien forma una sociedad con la finalidad de producir un criadero de ganado Brangus.
Para poder llevar a otro nivel el amor por el ganado siempre de la mano con el amor por el rancho y por los caballos. Además de los conocidos ganaderos que forman parte de su herencia, por medio de su criadero Brangus y su criadero de caballos de cuarto de milla, establece valiosas amistades dentro del gremio ganadero tanto en México como en el extranjero.
Con la ganadería en la sangre
Fiel socia de la Asociación Ganadera local de Casas Grandes, también formó parte del Comité Internacional de ganado del reconocido “Houston Stock Show & Rodeo”.
A la señora Wallace la distingue firmemente el valorar las relaciones comerciales y de hermandad que ha consolidado durante este tiempo, dentro y fuera de la ganadería, siendo ésta su mayor motivo para generar amistad, comunicación e intercambio de ideas con personas como ella, ganaderas y ganaderos para con mucha honra decir, que sigue abierta a crear nuevos lazos y así con mucho orgullo, ser parte de un grupo sólido para apoyar a las presentes y futuras generaciones de personas de bien, dedicadas a esta noble actividad.
En su rancho, comenta que algo de lo que más disfruta es la convivencia con los vaqueros, de esa gente que junto a los encargados del rancho comparten su alegría o preocupación por las condiciones del ganado.
“Por nada del mundo yo dejo de estar aquí, me gusta vivir en el rancho, ver el ganado, ver el atardecer, no hay mejores paisajes que los de Nuevo Casas Grandes y todo Chihuahua, yo valoro mucho el trabajo de los vaqueros y de sus familias, es lo más valioso que tenemos porque uno aprende mucho de sus valores y de lo que saben genuinamente”, afirma.
Indica que a lo largo de muchos años la convivencia con infinidad de personas le han ampliado mucho su criterio y conocimiento del ganado, su manejo generador de economía, sobre todo satisfacción y felicidad profunda.
La señora Wallace da crédito a sus vaqueros del rancho ya que ellos le aportaron valiosas lecciones. Todas estas personas son parte de lo que es hoy la ganadería Carmela Wallace.
Medalla al mérito con su nombre y una beca
Una de las fortalezas de Carmelita, como le dicen sus vaqueros, es el amor por su familia y su creencia en que no importando lo difícil de las adversidades como lo es la sequía; siempre su fe en que Dios tiene la última palabra por más difícil que se pongan las cosas, su agradecimiento es absoluto por haberle dado el privilegio de tener la dicha de ser ganadera y tener una familia amorosa que la sostiene.
Ha realizado aportaciones a la cultura y el arte, cuenta con una selección de obras pictóricas de su autoría de la escuela impresionista al óleo. También fue presidenta del Museo de las Culturas del Norte, Paquimé.
Desde temprana edad, acompañaba en la cocina de la Hacienda Corralitos a la cocinera doña Guillerma y fue ahí donde comenzó su romance y la pasión por cocinar.
A los 7 años su padre le obsequió una estufa de juguete de leña y elaboró su primer platillo, codornices envueltas en tocino; su papá quedó maravillado.
Otra faceta es la de cocinar. Para ella el cocinar es un arte y su cocina se caracteriza por la conjunción de los sabores que complacen a los paladares más exigentes, pero utilizando técnicas sencillas, recetas muy prácticas y fáciles de elaborar, con ingredientes locales, de los que ella siempre combinará gustosa para deleitar a sus comensales, su familia y amigos.
Wallace es tan extrema como el desierto que la vio crecer. Dura pero sensible, fuerte pero noble, extravagante pero sencilla.
Es una persona sofisticada, llena de riqueza personal y cultural, una verdadera inspiración para generaciones a seguir. Siempre con los pies firmes sobre la tierra, su tierra preferida Rancho El Sauz. Orgullosamente chihuahuense, orgullosamente mexicana, orgullosamente ganadera, así la ven quienes la rodean.
Por esta trayectoria, Carmela Wallace recibirá este domingo 13 de octubre la medalla al mérito ganadero, a la que la mujer habrá de heredarle su nombre, pues dicho reconocimiento para las mujeres en la ganadería, sería instituido para que cada año distinga a más ejemplos femeninos de vida en este sector.
En la ceremonia donde sea reconocida, la señora Wallace entregará por su cuenta una beca para una joven estudiante universitaria que necesite de este impulso para seguir su formación académica, dándole una gran causa social a este reconocimiento ganadero.
Fuente: El Diario