Dignificar el campo con agricultura inclusiva
De las 8 presas destinadas a la actividad agrícola, ninguna llegó a su nivel promedio de los últimos cinco años
Seis días han pasado desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entregara a la Dra. Claudia Sheinbaum, la constancia que la acredita como presidenta electa de la República.
No quiero dejar pasar la oportunidad de celebrar que conquistamos nuestra libertad a través de lucha para visibilizarnos y hoy defender nuestra patria con mujeres transformadoras en la presidencia, gubernatura y en el legislativo. Triple o nada.
Y en ese orden de ideas, bien pudiéramos multiplicar esfuerzos para consolidar al campo como un sector estratégico de seguridad alimentaria y desarrollo económico, así como dignificar esta importantísima actividad.
En nuestra frontera agrícola de 386 mil hectáreas principalmente se trabaja el maíz, frijol, trigo y sorgo. Pero también vale la pena destacar la producción de flor y tuna (1° lugar nacional), así como aguacate y maguey pulquero (3° lugar nacional).
Por poner ejemplos: 3 de cada 4 flores cultivadas en el país, fueron producidas en el Estado de México —principalmente en Villa Guerrero, Tenancingo, Coatepec Harinas y Valle de Bravo—, siendo además la única entidad con capacidad de exportación con Estados Unidos y Canadá como principales mercados. 1 de cada 3 tunas producidas a nivel nacional es originaria del Valle de Teotihuacán.
En la actividad pecuaria, nuestro volumen de producción estatal está en los primeros lugares nacionales en carne y sus subproductos (lácteos o lana). Y la actividad acuícola es el primer lugar nacional para las entidades sin litoral. Orgullosamente truchero. Vale mucho la pena potenciar la productividad y, además, lograrlo con prácticas sostenibles.
De las 8 presas destinadas a la actividad agrícola (Villa del Carbón, San Felipe del Progreso, Tepotzotlán, Timilpan, Atlacomulco, Jilotepec y las dos en Aculco), ninguna llegó a su nivel promedio de los últimos cinco años. Es indispensable invertir en tecnologías que favorezcan el uso eficiente del agua en las técnicas de riego y la captación de agua pluvial.
Que no se nos olvide que la agricultura debe ser inclusiva. Tomar en cuenta a todas y todos los tipos de productores; exportadores o de autoconsumo. Que sin importar su volumen de producción, puedan acceder a semillas mejoradas, fertilizantes, tecnologías y asistencia técnica.