Era militar el agresor abatido en la GAM

José Luis Franco pasó de desertar del Ejército a ser entrenador de danza aérea, una vocación que le apasionó hasta la muerte.
El martes fue abatido por disparar contra un agente de la Fiscalía capitalina, mientras tenía como rehén a un ex compañero con el que disputaba el gimnasio donde entrenaba en Gustavo A. Madero.
A José Luis le pareció buena idea y oportunidad de ganar dinero enfilarse como militar, tras dejar la escuela y cumplir los 18 años, contó un familiar a REFORMA, en entrevista.
Creció en la Colonia Atlampa, en la Alcaldía Cuauhtémoc. Con lo que su madre ganaba trabajando para mantener a sus hijos, había lo necesario, contó el pariente.
A José Luis le urgía trabajar para mantenerse, permaneció por alrededor de tres años con un entrenamiento rígido y de malos tratos, según mencionó, que lo llevaron a desertar del Ejército.
Aunque dejó atrás las filas castrenses, sabía lo suficiente en manejo de armas y, sobre todo, acentuó una personalidad hostil.
“(Estar en el Ejército) fue una de las cosas que detonó su carácter y sí, sí era impulsivo, agresivo, fuerte y muy solitario, no le interesaba mucho estar rodeado de gente”, explicó.
Siempre había sido cerrado a hablar de lo que le pasaba y desde hacía cuatro años hubo un distanciamiento total con su familia, debido a su ausencia en el funeral de su mamá.
No hablaba mucho, era solitario, no le interesaba convivir con las personas ni estrechar lazos familiares.
Lo único que lo movió a cambiar esos patrones fue la danza aérea, el hombre agresivo se convertía en uno que socializaba, hablaba e incluso sonreía, compartió su familiar.
A José Luis lo despidieron en febrero de 2023 del gimnasio donde daba clases de danza aérea, en el Centro Pastoral de Atención a la Juventud de la Parroquia de San Jorge Mártir.
El martes regresó. Para rendirse, pedía una indemnización de 600 mil pesos.
“Supongo que eso fue el detonante, es como quitarle la paleta a un niño de 3 años, creo que fue lo que más le pegó”, concluyó.
Entre las pocas conversaciones que tuvieron sus familiares con él, previo a romper lazos, les comentó que tenía ahorrado mucho dinero, suficiente para comprarse una vivienda de interés social, lo que coincide con la inversión que habría hecho en el gimnasio.
Minutos previos a que José Luis fuera abatido, autoridades llegaron de forma agresiva al domicilio donde renta su familiar y, al no encontrarlo, se fueron. Aunque no dijeron nada, sospechó lo que confirmó la mañana de ayer: que estaba muerto.
BAJO LLAVE
Afuera del centro comunitario de la parroquia apenas quedaron rastros.
Sólo quedaban trozos de la cinta amarilla del cerco de seguridad, mientras policías de un grupo táctico de élite negociaban con un profesor de danza que tomó como rehén a un instructor de crossfit y se atrincheró armado.
Contrario a la cantidad de personas que se aglomeró, ayer fue distinto.
El centro ofrece clases de música, enfermería, crossfit y tratamiento de fisioterapia, pero suspendió sus actividades y alrededor todo lucía en calma. Algunos usuarios acudieron, pero estaba cerrado.
“No nos informaron nada de la administración, por eso me vine a dar una vuelta”, señaló una mujer.
Agencia Reforma