Los precios del petróleo subían este miércoles, manteniendo sus niveles más altos desde el 23 de junio, impulsados por los ataques a la navegación en el mar Rojo y una previsión de menor producción petrolera en Estados Unidos, con la incertidumbre sobre los aranceles siempre de fondo.
A las 4:57?a.m. hora de la CDMX, los futuros del Brent ganaban 10 centavos, o un 0.1%, a 70.25 dólares el barril, y los del West Texas Intermediate en Estados Unidos avanzaban 15 centavos, o un 0.2%, a 68.48 dólares.
Tras meses de calma en el mar Rojo, la semana pasada se reanudaron los ataques en la principal ruta marítima mundial, atribuidos a la milicia hutí de Yemen, aliada de Irán.
Los precios también se veían impulsados por la previsión que hizo en la víspera la Administración de Información de Energía de que Estados Unidos bombeará menos petróleo en 2025 de lo previsto con anterioridad.
Asimismo, el presidente Donald Trump dijo que anunciará un arancel del 50% sobre el cobre, con el objetivo de impulsar la producción local del metal fundamental para los autos eléctricos, el sector militar, la red eléctrica y muchos bienes de consumo.
El anuncio se produjo después de que Trump retrasó al 1 de agosto la fecha límite para algunos aranceles, proporcionando cierta esperanza a los principales socios comerciales de que aún puedan alcanzarse acuerdos para aliviar los aranceles, aunque muchas empresas se quedaron con la incertidumbre sobre el camino a seguir.
Si bien existe la preocupación de que los aranceles puedan frenar la demanda petrolera, de forma más inmediata hubo una fuerte actividad viajera con ocasión de la festividad del 4 de Julio en Estados Unidos, mientras que un informe mostró también una posible acumulación de inventarios de unos 7.1 millones de barriles.
Ante los ataques en el mar Rojo y el mayor consumo de combustible durante las vacaciones del verano boreal en Estados Unidos, “la idea de una amplia oferta futura debe ceder el paso a consideraciones a corto plazo”, indicó una nota de análisis de la correduría PVM.
Fuente: El Economista |