Agricolas

De entrenador de caballos a precursor de la reforma agraria y héroe nacional

“El General Zapata”, como se le conocía, luchó por una profunda transformación de las condiciones de abandono y desamparo en nuestros territorios rurales, ofrendó hasta su vida por la justicia, la democracia, la libertad y por la defensa de nuestra soberanía.

En esta lucha logró que sus ideas fueran recogidas en el Plan de Ayala (1911) en el que reclamaba la devolución de tierras y bienes a los municipios y a los ciudadanos que habían sido concentradas en las haciendas.

En 1912 algunos jefes militares revolucionarios hicieron los primeros repartos de tierras. En 1915 las tres fuerzas revolucionarias más importantes, el constitucionalismo, el villismo y el zapatismo, promulgaron las leyes agrarias. La atención al pedido generalizado de tierras se convirtió en condición de la pacificación y del restablecimiento de un gobierno nacional hegemónico.

Estas leyes entregaron a los campesinos más de 100 millones de hectáreas de tierras, equivalentes a la mitad del territorio de México y a cerca de las dos terceras partes de la propiedad rústica total del país, estableciendo así cerca de 30 000 ejidos y comunidades que comprendieron más de 3 millones de jefes de familia.

La lucha por la tierra de Zapata llevó a que millones de campesinos mexicanos se convirtieran en propietarios cuando más de la mitad del territorio mexicano se encontraba en manos de terratenientes.

Gracias a la fuerza campesina del país, la Revolución Mexicana logró la promulgación de una nueva Constitución en 1917, que plasmó en su artículo 27, la nacionalización del suelo y subsuelo, una reforma a la ley de educación pública y la repartición de los latifundios entre el campesinado; forjando y fortaleciendo así al campo mexicano.

“La tierra es de quien la trabaja”

Emiliano Zapata

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