En cuanto a los beneficios, esto es costos, energía y sostenibilidad que brinda la siembra en camas permanentes, esto es labranza cero, con retención de rastrojos, sistema que se conoce como “agricultura de conservación”, fueron claramente demostrados por investigaciones previas.
Sin embargo, el documento señala que la adopción de esta práctica, es decir, la agricultura de conservación “sigue siendo limitada”.
El estudio del CIMMYT señala que la disponibilidad de agua es un importante problema de sostenibilidad en los sistemas de riego. “El agua para la agricultura será más escasa con el crecimiento de la población en Sonora”.
Detalla que “existen opciones para gestionar mejor la escasa agua de riego”, pero se advierte que “es posible que el trigo no pueda competir a largo plazo por el agua con cultivos como hortalizas y frutas”.
Se considera que es probable que el trigo se mantenga como el cultivo principal durante otro período de 20 años en el Valle del Yaqui, “pero el cierre de la brecha de rendimiento se vuelve limitado”.
También señala el estudio del CIMMYT que “es probable que la sostenibilidad biofísica del sistema de cultivo de trigo del Valle del Yaqui mejore a través de una mejor gestión de los fertilizantes nitrogenados”.
Señala que las mejoras también son posibles a través de una mayor diversidad de cultivos, la gestión integrada de las amenazas bióticas y la aceptación de la labranza cero, junto con la retención de residuos y el tráfico controlado.
Agricultura de conservación
Justamente el CIMMYT difunde estas prácticas sustentables que se traducen en ahorros para los productores, como el aprovechar el rastrojo del trigo en lugar de quemarlo. Este sistema de agricultura de conservación brinda un ahorro considerable: tres rastreos, un cinceleo y entre 70 y 80 litros de diesel por hectárea que no se consumen.
Además, estas prácticas son empáticas con el medioambiente, menor uso de maquinaria y por ende evitan su desgaste; optimizan el recurso humano y lógicamente “tenemos un ahorro económico importante”, dijo Ariel Espinoza de la empresa Granera del Noroeste.
Comentó que la colaboración con el CIMMYT se inició hace cuatro años en esta plataforma de investigación, que se perfila como un espacio clave para que los agricultores de la zona de Huatabampo, en el Valle del Mayo, en Sonora, mejoren su rentabilidad de forma sustentable.
Dicha empresa comercializa granos, brinda servicios de almacenaje y logística. También cultiva trigo, brinda asesoría en agricultura sustentable y produce biofertilizantes.
“Estamos comprometidos con el medioambiente y con nuestro entorno inmediato que es el Valle del Mayo. Apostamos por este modelo de agricultura porque el planeta nos lo está exigiendo. Tenemos que ser responsables con nuestro entorno y ver qué le vamos a heredar a las futuras generaciones”, dijo.
Ariel Espinoza invita a los productores a que eviten todo lo posible la quema de la soca o rastrojo, que provoca fuerte contaminación del aire.
“Es mejor tenerla como cobertura en tu parcela porque mantiene la humedad, esto es vida en la tierra. No la quemen, aprovéchenla porque es materia orgánica, que con la lluvia se va a descomponer e integrarse a los suelos que van a quedar más blandos”, recomendó.